
En un mundo donde los pagos en línea se han convertido en una de las alternativas predilectas, la protección de las operaciones deja de ser un valor añadido para convertirse en el pilar de la confianza financiera.
Colombia, alineada con estándares globales como PCI DSS, la norma internacional que protege los datos de las tarjetas y EMV 3DS, un protocolo que permite verificar en tiempo real la identidad del comprador ha avanzado con paso firme; sin embargo, la madurez colectiva del ecosistema aún muestra brechas que los ciberdelincuentes aprovechan.
Hace más de diez años, la industria de pagos implementó normativas para salvaguardar la información de las tarjetas. Nuestro país se anticipó al certificar tempranamente a varias pasarelas, pero la adopción no ha sido pareja: mientras economías como Costa Rica, Puerto Rico o Panamá exhiben mayor difusión de EMV 3DS, en Colombia conviven innovadores que aplican la versión más reciente y actores que, por recursos o prioridades, aún operan con esquemas anticuados. Este desequilibrio introduce un riesgo sistémico, pues la fortaleza del conjunto depende del componente más vulnerable.
En Evertec hemos sido testigos y protagonistas de la evolución de los estándares de seguridad en el ecosistema de pagos. Desde nuestras primeras certificaciones en PCI DSS y la implementación del protocolo EMV 3DS, hemos trabajado para mantenernos a la vanguardia. Hoy, lideramos la adopción de tecnologías como Token Requestor y Click To Pay, que responden a las nuevas amenazas con soluciones más robustas.
Entre los avances, la tokenización representa un punto de inflexión, al reemplazar los datos sensibles de la tarjeta por identificadores inservibles en caso de filtración, se reduce drásticamente la posibilidad de fraude.
Lo mismo ocurre con las autenticaciones Push, que refuerzan la validación del usuario en tiempo real y superan las vulnerabilidades propias de las claves dinámicas, principalmente a ataques de ingeniería social. Más que un diferencial competitivo, estas herramientas son una respuesta urgente al crecimiento acelerado de los pagos digitales y la creciente sofisticación de los ciberataques
Aún con estas barreras técnicas el factor humano sigue siendo el eslabón más frágil. Un mensaje fraudulento o una llamada mimetizada pueden engañar al usuario menos precavido y exponerlo a pérdidas. Por ello, los proveedores de pagos invierten en campañas educativas: guías prácticas, simulacros y recordatorios constantes para afianzar buenos hábitos de uso.
Además, la colaboración entre actores del sector, incluso entre competidores, se ha convertido en un recurso estratégico. A través de redes profesionales, foros especializados y espacios como los que promueven la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico y Colombia Fintech, se comparte información sobre ataques recientes, tendencias y buenas prácticas. Esto ha permitido fortalecer la preparación colectiva y elevar los estándares de ciberseguridad en toda la industria.
En este contexto, Colombia avanza con determinación, pero el camino exige tres compromisos ineludibles: certificar y actualizar sin demoras todos los protocolos, educar al usuario para que identifique y rechace fraudes; y reforzar la cooperación entre empresas, reguladores y comunidad académica. Solo así nuestro ecosistema de pagos digitales quedará verdaderamente blindado y la confianza, base de cualquier transacción, permanecerá intacta.
En un mundo donde los pagos en línea se han convertido en una de las alternativas predilectas, la protección de las operaciones deja de ser un valor añadido para convertirse en el pilar de la confianza financiera.
Colombia, alineada con estándares globales como PCI DSS, la norma internacional que protege los datos de las tarjetas y EMV 3DS, un protocolo que permite verificar en tiempo real la identidad del comprador ha avanzado con paso firme; sin embargo, la madurez colectiva del ecosistema aún muestra brechas que los ciberdelincuentes aprovechan.
Hace más de diez años, la industria de pagos implementó normativas para salvaguardar la información de las tarjetas. Nuestro país se anticipó al certificar tempranamente a varias pasarelas, pero la adopción no ha sido pareja: mientras economías como Costa Rica, Puerto Rico o Panamá exhiben mayor difusión de EMV 3DS, en Colombia conviven innovadores que aplican la versión más reciente y actores que, por recursos o prioridades, aún operan con esquemas anticuados. Este desequilibrio introduce un riesgo sistémico, pues la fortaleza del conjunto depende del componente más vulnerable.
En Evertec hemos sido testigos y protagonistas de la evolución de los estándares de seguridad en el ecosistema de pagos. Desde nuestras primeras certificaciones en PCI DSS y la implementación del protocolo EMV 3DS, hemos trabajado para mantenernos a la vanguardia. Hoy, lideramos la adopción de tecnologías como Token Requestor y Click To Pay, que responden a las nuevas amenazas con soluciones más robustas.
Entre los avances, la tokenización representa un punto de inflexión, al reemplazar los datos sensibles de la tarjeta por identificadores inservibles en caso de filtración, se reduce drásticamente la posibilidad de fraude.
Lo mismo ocurre con las autenticaciones Push, que refuerzan la validación del usuario en tiempo real y superan las vulnerabilidades propias de las claves dinámicas, principalmente a ataques de ingeniería social. Más que un diferencial competitivo, estas herramientas son una respuesta urgente al crecimiento acelerado de los pagos digitales y la creciente sofisticación de los ciberataques
Aún con estas barreras técnicas el factor humano sigue siendo el eslabón más frágil. Un mensaje fraudulento o una llamada mimetizada pueden engañar al usuario menos precavido y exponerlo a pérdidas. Por ello, los proveedores de pagos invierten en campañas educativas: guías prácticas, simulacros y recordatorios constantes para afianzar buenos hábitos de uso.
Además, la colaboración entre actores del sector, incluso entre competidores, se ha convertido en un recurso estratégico. A través de redes profesionales, foros especializados y espacios como los que promueven la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico y Colombia Fintech, se comparte información sobre ataques recientes, tendencias y buenas prácticas. Esto ha permitido fortalecer la preparación colectiva y elevar los estándares de ciberseguridad en toda la industria.
En este contexto, Colombia avanza con determinación, pero el camino exige tres compromisos ineludibles: certificar y actualizar sin demoras todos los protocolos, educar al usuario para que identifique y rechace fraudes; y reforzar la cooperación entre empresas, reguladores y comunidad académica. Solo así nuestro ecosistema de pagos digitales quedará verdaderamente blindado y la confianza, base de cualquier transacción, permanecerá intacta.
En un mundo donde los pagos en línea se han convertido en una de las alternativas predilectas, la protección de las operaciones deja de ser un valor añadido para convertirse en el pilar de la confianza financiera.
Colombia, alineada con estándares globales como PCI DSS, la norma internacional que protege los datos de las tarjetas y EMV 3DS, un protocolo que permite verificar en tiempo real la identidad del comprador ha avanzado con paso firme; sin embargo, la madurez colectiva del ecosistema aún muestra brechas que los ciberdelincuentes aprovechan.
Hace más de diez años, la industria de pagos implementó normativas para salvaguardar la información de las tarjetas. Nuestro país se anticipó al certificar tempranamente a varias pasarelas, pero la adopción no ha sido pareja: mientras economías como Costa Rica, Puerto Rico o Panamá exhiben mayor difusión de EMV 3DS, en Colombia conviven innovadores que aplican la versión más reciente y actores que, por recursos o prioridades, aún operan con esquemas anticuados. Este desequilibrio introduce un riesgo sistémico, pues la fortaleza del conjunto depende del componente más vulnerable.
En Evertec hemos sido testigos y protagonistas de la evolución de los estándares de seguridad en el ecosistema de pagos. Desde nuestras primeras certificaciones en PCI DSS y la implementación del protocolo EMV 3DS, hemos trabajado para mantenernos a la vanguardia. Hoy, lideramos la adopción de tecnologías como Token Requestor y Click To Pay, que responden a las nuevas amenazas con soluciones más robustas.
Entre los avances, la tokenización representa un punto de inflexión, al reemplazar los datos sensibles de la tarjeta por identificadores inservibles en caso de filtración, se reduce drásticamente la posibilidad de fraude.
Lo mismo ocurre con las autenticaciones Push, que refuerzan la validación del usuario en tiempo real y superan las vulnerabilidades propias de las claves dinámicas, principalmente a ataques de ingeniería social. Más que un diferencial competitivo, estas herramientas son una respuesta urgente al crecimiento acelerado de los pagos digitales y la creciente sofisticación de los ciberataques
Aún con estas barreras técnicas el factor humano sigue siendo el eslabón más frágil. Un mensaje fraudulento o una llamada mimetizada pueden engañar al usuario menos precavido y exponerlo a pérdidas. Por ello, los proveedores de pagos invierten en campañas educativas: guías prácticas, simulacros y recordatorios constantes para afianzar buenos hábitos de uso.
Además, la colaboración entre actores del sector, incluso entre competidores, se ha convertido en un recurso estratégico. A través de redes profesionales, foros especializados y espacios como los que promueven la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico y Colombia Fintech, se comparte información sobre ataques recientes, tendencias y buenas prácticas. Esto ha permitido fortalecer la preparación colectiva y elevar los estándares de ciberseguridad en toda la industria.
En este contexto, Colombia avanza con determinación, pero el camino exige tres compromisos ineludibles: certificar y actualizar sin demoras todos los protocolos, educar al usuario para que identifique y rechace fraudes; y reforzar la cooperación entre empresas, reguladores y comunidad académica. Solo así nuestro ecosistema de pagos digitales quedará verdaderamente blindado y la confianza, base de cualquier transacción, permanecerá intacta.